El agua es un elemento de la naturaleza, integrante de los
ecosistemas naturales, fundamental para el sostenimiento y la reproducción de
la vida en el planeta ya que constituye un factor indispensable para el
desarrollo de los procesos biológicos que la hacen posible.
El agua es el componente más abundante en los medios
orgánicos, los seres vivos contienen por término medio un 70% de agua. No todos tienen la misma cantidad, los
vegetales tienen más agua que los animales y ciertos tejidos (por ejemplo: el
tejido graso) contienen menos agua -tiene entre un 10% a
un 20% de agua- que otros como, por ejemplo: el
nervioso, con un 90% de agua. También varía con
la edad, así, los individuos jóvenes tienen más agua que los adultos.
El agua es el fundamento de la vida: un recurso crucial para
la humanidad y para el resto de los seres vivos. Todos la necesitamos, y no
solo para beber. Nuestros ríos y lagos, nuestras aguas costeras, marítimas y
subterráneas, constituyen recursos valiosos que es preciso proteger.
Asimismo, el agua contribuye a la estabilidad del funcionamiento
del entorno y de los seres y organismos que en él habitan, es por tanto, un
elemento indispensable para la subsistencia de la vida animal y vegetal del
planeta. Es decir, que "el agua es un bien de primera necesidad para los
seres vivos y un elemento natural imprescindible en la configuración de los
sistemas medioambientales". En este aspecto, este líquido vital constituye
más del 80% del cuerpo de la mayoría de los organismos e interviene en la mayor
parte de los procesos metabólicos que se realizan en los seres vivos; además
interviene de manera fundamental en el proceso de fotosíntesis de las plantas y
es el hábitat de una gran variedad de seres vivos.
La sociedad recurre al agua para generar y mantener el
crecimiento económico y la prosperidad, a través de actividades tales como la
agricultura, la pesca comercial, la producción de energía, la industria, el
transporte y el turismo. El agua es un elemento importante a la hora de decidir
dónde establecerse y cómo utilizar los terrenos. También puede ser fuente de
conflictos geopolíticos, en particular cuando escasea. Nuestro propio bienestar
exige no solo un agua potable limpia, sino también agua limpia para la higiene
y el saneamiento. También se utiliza el agua en actividades recreativas tales
como el baño, la pesca, o el mero disfrute de la belleza natural de costas,
ríos y lagos. Cuando salimos de vacaciones, esperamos encontrar aguas limpias
en los ríos y las costas, así como un suministro ilimitado de agua para la
ducha y el baño, la lavadora o el lavavajillas.
El agua es esencial para los ecosistemas naturales y la
regulación del clima. Su movimiento continuo, sin principio ni fin, a ras de la
superficie de la Tierra, por encima y por debajo de ella, como líquido, vapor o
hielo, se denomina ciclo hidrológico. Aunque el total de agua presente en el
planeta permanece relativamente constante en el tiempo, su disponibilidad
resulta particularmente vulnerable al cambio climático. Los científicos
advierten que en el siglo que viene podría reducirse el acceso a un agua
potable segura, al fundirse los glaciares y hacerse más frecuente la sequía en
zonas como la mediterránea. Este hecho hará que disminuya, a su vez, el agua
disponible para riego y producción de alimentos.
Al mismo tiempo, se modificarán las pautas de pluviosidad y
el caudal de los ríos. Inundaciones más frecuentes, en especial en unas
llanuras aluviales cada vez más pobladas, multiplicarán los daños a las
viviendas, las infraestructuras y el abastecimiento de energía. Se espera que
las inundaciones repentinas cada vez sean más frecuentes en Europa. El aumento
de las temperaturas y la menor disponibilidad de agua reducirán la capacidad de
refrigeración de la industria y las centrales eléctricas.
La contaminación del agua y su escasez plantean amenazas
para la salud humana y la calidad de vida, pero su incidencia ecológica es más
general. El libre flujo de un agua no contaminada resulta clave para el
sostenimiento de los ecosistemas que dependen del agua. La escasez de agua de
buena calidad perjudica al medio acuático, húmedo y terrestre, sometiendo a una
presión todavía mayor a la flora y la fauna, que padecen ya las repercusiones
de la urbanización y el cambio climático.
Los expertos han puesto de relieve el valor de los
«servicios eco sistémicos» que obtenemos de la naturaleza. El agua es tanto un
servicio de aprovisionamiento (un material básico) como un servicio de
regulación, que gobierna el clima y la meteorología y permite el funcionamiento
de nuestro planeta. La Agencia Europea de Medio Ambiente considera que el valor
de los servicios, tales como la purificación del agua y la absorción de
carbono, prestados por los humedales de todo el mundo ascenderían a 2 500 millones de euros al año.
Aunque la humanidad conoce desde hace mucho tiempo su
dependencia del agua, en Europa estamos dándonos ahora cada vez más cuenta de
que su oferta no es ilimitada, y de que tenemos que valorarla en consecuencia.
Hay que gestionar y proteger el agua, que no es un mero producto de consumo,
sino un precioso recurso natural tan esencial para las generaciones futuras
como para la nuestra. Sin agua, no puede haber vida.
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